Hoy han puesto en la radio "rayando el sol", de Maná, y no he podido evitar sonreír y sentirme culpable después.
Lo recuerdo como si hiciese nada que me recogía, siempre la misma rutina, toque al móvil, al girar de la esquina estaba él. Comprar golosinas, coca-cola, coger carretera, kilómetro 2, tercera curva a la derecha, camino a la izquierda, un...dos...tres...cuatro...cinco árboles, gira a la derecha y aparca.
Encendemos la luz del interior del coche, fumamos aliñado, nos vamos a la parte trasera, siempre el mismo disco con Maná y Extremoduro sonando. Aún recuerdo su perfume y el pendiente en su pezón izquierdo, otro en la lengua, y esos dientes perfectos. Siempre tan despreocupado, visitas cortas y larga la espera, y la esperanza de ser algún día la elegida mientras entrenaba la paciencia y yo fingía que no me gustaba tanto y él no darse cuenta de lo mucho que me gustaba.
Ahí fue cuando empecé a ser consciente de lo enganchada que estaba a las relaciones tóxicas, sabía más que yo... una niña de 17 años arrastrando heridas que no debía tener, mezclándose con un chico de 29 en ese momento, que atrevida es la ignorancia, que yo a veces me sentía a su altura... Ese dañino amor me duró ni más ni menos que 3 maravillosos y torturadores años, a mis 20 tiernos inviernos aún no había aprendido lo que era el amor de verdad, simplemente me agoté.
Aún lo recuerdo, no se si con nostalgia u odio... ya que me enseñó tanto... y todo lo que me quitó. Cuando con 28 años lo volví a ver no podía creérmelo, cuanta ventaja le sacaba... que mal le ha tratado el tiempo y a mi cuánto me ha enseñado, no quise jugar igual de sucio que él y simplemente lo dejé estar, ya no merecía la pena, ni yo me lo merecía a él.
Supongo que el tiempo arrasa con todo, pero lo recuerdo tan nítido... A veces echo de menos los nervios en el estómago cuando me recogía, la timidez cuando me veía desnuda, la impaciencia hasta que regresaba, y la inocencia de creer en un sentimiento que cada vez tengo más claro que ni siquiera existe.
Cuanta nostalgia me trae el pensamiento y cuánto odio mi memoria.
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