Llevo horas pensando que clase de fábula os voy a contar hoy. Hace un par de meses me hice la promesa de despertar cada día con una actitud positiva y un alma receptiva a cualquier cosa que pudiese pasarme, aprovechar cada momento, disfrutar. Disfrutar es tan difícil... tengo una mente rápida, un alma libre y un cuerpo que apenas soporta a ambas juntas a pleno rendimiento.
Aún así siento que estoy disfrutando, estoy disfrutando tanto que hasta las emociones que cualquiera sentiría como una desdicha las veo como un momento de transición.
En esos momentos no malos, si no no tan buenos es cuando entreno, el autocontrol... la serenidad, la reflexión, la capacidad de serenar mi alma cuando se encuentra triste.
Soy la única persona capaz de sanar mi vida. Sé que me estoy tornando en algo muy profundo, pero es jodidamente cierto... Soy la causante de mis enfermedades, mi estrés... mi incapacidad para controlar ese nerviosismo, es decir... esa mente inquieta, hace que, como he dicho, sea mi cuerpo el que no lo soporte.
Supongo que soy como un peón en el ajedrez... aún me queda mucho recorrido y seguramente moriré sin haber hecho un jaque al rey, para ser más concreta... acabará mi viaje antes de que haya sido capaz de controlar un alma indomable, al menos como yo quisiera, aunque esto tampoco me sorprende, otra de las cosas más difíciles de controlar para las personas como yo es su inconformismo.
No hablo de un inconformismo cualquiera... hablo de un nivel de exigencia nunca cubierto, hablo de superar mil veces mis propias expectativas y mirarme desafiante sabiendo que puedo hacerlo mejor, y claro que puedo, siempre me venzo y me reto, no importa las veces que me levante, no importa lo que me valore, no importa lo consciente que soy de mi capacidad, de mi personalidad... y de mi especialidad, siempre voy a mirarme a los ojos esperando volver a sorprenderme... y vuelve a comenzar el ciclo.
Y como bien he dicho no dejo de sorprenderme... esta vez estoy dudando de mi especialidad... por favor, nunca he sentido que haya nadie como yo, siempre he pensado en lo que la gente cambia cuando me conocen, cierto es, hago a la gente cambiar, si no bien por mi poder de manipulación, por mi poder de convicción, es maravilloso lo moldeable que es una mente débil... Y siendo así, si la mía es tan fuerte por qué me la están moldeando? Supongo que ser consciente de ello me da una idea de la respuesta : me estoy dejando.
Quizá entre tantas fases de transición estoy volviendo a disfrutar de la de la tortura... parece ser mi parte favorita, paso la mayor parte de mi tiempo aprendiendo de ella. Pero creo que no, creo que lo que le pasa a mi avispado cerebro es que no puede entender como una mente puede ser tan atrevida de pensarse con el control de la mía, como la mía puede estar dejándose enredar, como puedo estar jugando a dejarme usar, a dejar que se crea claro vencedor mientras yo soy consciente de que otra vez estoy fingiendo amor.
Y por que? Por el arte de la manipulación, por ser tan jodidamente ególatra que no puedo permitir en ningún momento que él maneje los hilos, que no sea un Ordena y Mando... creo que mi cerebro está librando la guerra por mí, creo que está fingiendo ser el bando perdedor, creo que está izando a media asta la bandera blanca, porque al final como ya he dicho mi cuerpo es un simple soporte, y por tanto estoy pasando horas soportando su peso, su obstinación, su rabia... Simplemente porque sé, que voy a levantarme renovada, que no hay nada más inteligente que dejar al enemigo confiarse, porque en el amor y en la guerra todo vale y claramente, nadie imagina que vengo a la guerra.
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