Hay una frase que me encanta: "clavo que saca otro clavo vive siempre en agujero ajeno", y qué cierto es...
Y en esa tesitura me encuentro sin saber realmente si mi herida ha sanado, y llego a pensar que quizá sólo me he puesto una camiseta por encima de ella. Quizá en mi ensimismada búsqueda del amor he vuelto a tropezar y estoy queriendo idealizar migajas de lo que realmente puedo llegar a alcanzar, quizá la vida si que está hablándome y vuelvo a hacerme la ignorante.
El amor se transforma, pero... ¿puede nacer entre escombros de un alma rota? Es decir, ¿se puede amar aún teniendo que sanar el amor derrochado anteriormente? Ya no sé diferenciar si es una tirita o una puerta abierta, a veces si que me planteo las diferencias, diferencias tangibles, diferencias de ideologías, de tiempos, de cultura, de forma de vivir... Diferentes metas, diferentes objetivos vitales.
Quizá ha sido un tiempo precioso y hay que empezar a recoger cuando vienen las nubes, aunque bailar bajo la lluvia siempre ha sido un acto poético y romántico. Creo que estoy volviendo a romantizar mi historia, mi historia que empezó con notas, flores y escapadas, con besos a escondidas, rechazo y miedo a volver a amar. Creí ilusamente que había superado las barreras, y creo que sólo las bajé el tiempo suficiente para convencerme de que podía funcionar, mientras escondía en lo más profundo mi dolor, y me cegaba en este amor que tanta felicidad y calma me estaba trayendo. Pero lo idílico no dura para siempre, y cuanto más nos conocemos más parecemos alejarnos. Mi mente compleja anhela conversaciones profundas y las obtengo a cuentagotas. Sin embargo recostarme en su pecho hace que el mundo exterior desaparezca. Demasiado pegada al teléfono para ser mi estilo, demasiada explicación para lo rápido que quiero moverme.
Estoy ahogándome en mi mar de dudas, la cabeza trabaja demasiado rápido, no me da descanso y no llego a descifrar si estoy alargando una agonía que va a ser lenta y dolorosa, o estoy dando tregua a que ,después del incendio producido por el bidón de gasolina y una caja de cerillas, vuelva a florecer en mí mi esencia marchita de entre las cenizas, una vez más, renovada y ojalá que esta vez más sola que nunca.
Ya adelanté que se acabaron las relaciones a medias y las malas decisiones, y por tanto tengo que asegurarme de cuál de ellas es la elección acertada, el paso al frente hacia un futuro incierto, o el paso atrás para nunca volver...
Mientras tanto desde el caos que produce el abismo se ven unos atardeceres preciosos.
Comentarios
Publicar un comentario