Siempre he querido escribir frente al mar... Me gusta la forma en la que te sorprende, a veces está quieto, en calma, y da tanta paz... Otras es tormenta, bravo, fuerte e invencible, y por supuesto... no sabemos nada de los secretos que esconde, apuesto a que tiene tantas cosas aterradoras como tesoros, me recuerda a alguien.
Está volviendo a importarme una mierda la voz popular, y eso me gusta tanto como me asusta, si antes era terrible admito que ahora soy aún peor, no sólo por experiencia, si no por el resurgir de mi alma imperecedera. Una mente inquieta no puede estar en la sombra mucho tiempo, y aunque el trabajo sólo acaba de empezar, ya noto la vibración en mí, el ansia de volver a destacar sin pretenderlo, el ansia de volver a demostrar una vez más que soy diferente al resto.
Mi mejor versión está saliendo a flote, esta vez reconozco que no sé que la ha impulsado, pero sé que viene una etapa de mi vida cargada de éxito, amor y nutrición mental, sé que si bien han pasado mis años dorados, los que vienen tienen versión platino. No sólo estoy más fuerte, más segura y más decidida a vivir mi vida como yo considere, si no que además las circunstancias de mi vida me favorecen para poder hacer con ella lo que a mi me plazca, no hay barreras emocionales, económicas y por supuesto está dejando de haberlas mentales.
Harta de soportar la burla, el desprecio y la falsa estima, harta de la hipocresía de una sociedad esclavizada a creer ser dueña de su pensamiento, siendo en realidad totalmente volubles a los susurros al oído... Y sin embargo aquí estoy, manteniendo mi propio criterio, brava, inquieta, exultante... especial?? Aún no sé como he podido dudar de eso alguna vez.
He aguantado piedras, juicios, vivir en habitaciones que me quedaban pequeñas, compartir vida, experiencia y heridas con quienes no conocen el dolor, y al final...me construí una fortaleza. Desde fuera parecía fría, dura e impenetrable, justo como yo quería, era el lugar perfecto para ocultar mis miedos, tristeza y rabia, y sin embargo fui tan ilusa que no me di cuenta de que en ella también enterraba mi esencia, aquella que quise mostrar y nadie apreció, oculté mi sensibilidad, mi amabilidad y mi cordura, oculté mi buen juicio, mi inteligencia y mi bondad.
Y aunque admito que me siento cómoda en las entrañas solitarias de esa fortaleza y que no pienso deshacerme de ella, también he llegado a la firme determinación de que mi esencia es demasiado valiosa para perderse y olvidarse aquí dentro, por tanto voy a dejarla que salga, pero eso sí... no que cualquiera la disfrute.
Si algo he aprendido es que el precio de la excelencia es alto, y no cualquiera puede pagarlo.
Comentarios
Publicar un comentario