Era de esperar... en algún momento tenía que volver a suceder. Ya siento la cicatriz y aún no he sufrido la herida, me voy a equivocar y no quiero verlo.
Me está prometiendo un amor bonito y lento, la niña que fui está encantada y deseando tomar malas decisiones, le tiene el corazón envuelto para entregárselo, menos mal que la mujer en la que me he convertido se empeña en recordarme que yo no me enamoro de cualquiera. Pero... y si no es cualquiera? "Al menos peléalo" me dice constantemente algo dentro de mí.
Me jode ser tan transparente, me ha visto totalmente desnuda y no hablo sólo de la ropa, me ha visto vulnerable y aún así se ha quedado, eso sí que da miedo... Me da miedo que me quieran, llevo mucho detrás, me da más miedo aún que me quiera él. En él no me suenan mal las palabras bonitas... Es aterradora la sensación de tenerlo todo fuera de control, siempre he fingido ser menos inteligente por no molestar y me he quejado en silencio de la falta de atención a los detalles del resto, y llega alguien que me dice que tengo que trabajar en mi porque claramente él no tiene nada que ver con el desfile de despropósitos a los que les he dedicado mi tiempo, y lo peor es que yo le creo. Lejos de sentirme ofendida tengo que darle la razón, la culpa la tengo yo por elegir a gente tan superficial, y cuando hablo de superficial me refiero a lejos de la profundidad en la que vivo encarcelada yo.
Soy un mar de contradicciones, me asusta mirarlo de frente por si quiere ver más allá y no le gusta lo que hay detrás. A ratos me agobia que piense que soy diferente y no cumplir sus expectativas, y a ratos solo quiero echarme en su pecho y ver las horas pasar, quiero dejarme cuidar, quiero dejarme enredar y quiero admitir que, dichas por él, las palabras prohibidas no dan tanto miedo. Pero estoy cansada, estoy cansada de despedidas, de decepciones, de intentos acompañados de fracasos, mi último golpe ha sido demoledor, estoy cansada y no sé si tengo fuerzas para volver a ilusionarme con una alta probabilidad de caer, y esta subida ha sido muy alta, cómo él bien dice "esto va a doler que te cagas".
Necesito que vuelva esa niña que fui y tanto extraño, la que creía en el amor, la que esperaba envejecer enamorada, la que escribía cartas y dedicaba canciones, ella en su inocencia habría sabido disfrutar de él como se merece, sin trampas, sin excusas, sin impulsos, sin ansiedad, sin sabotaje... sin esperar el final.
Quiero que lleguen los Domingos y no vuelva el miedo, empiezo a valorar más la calma que la intensidad.
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